Piedra seca en Europa
El patrimonio de la piedra seca constituye una herencia común a muchas regiones europeas. La diversidad tipológica es notoria, con grandes espacios abancalados que configuran entornos de valor constructivo y paisajístico elevados, en amplias zonas de la Mediterránea, a los valles fluviales de Portugal, de Suiza y de Alemania, y a diferentes lugares del arco alpino.
Los refugios para personas o animales, como las "bories" del sur de Francia, las "caselli" y los "trulli" de Italia, las casetas o las cabañas de Valencia y de Cataluña o los "ponts de bestiar" y las barracas de Menorca, presentan una gran calidad y diversidad constructiva. También las paredes utilizadas para delimitar las propiedades o los espacios agrícolas o ganaderos tienen una distribución amplia, de forma que están presentes en casi todo el Mediterráneo y en zonas septentrionales como Irlanda, País de Gales, Escocia y algunas islas de Suecia.
El elevado valor cultural y paisajístico de la piedra seca ha sido reconocido a escala mundial, como en los casos de las terrazas de la región vitivinícola del alto Duero, en Portugal, de las vertientes marítimas abancaladas de Portovenere y de Cinque Terre, y de los trulli de Alberobello, en Italia, que la UNESCO declaró patrimonio de la humanidad.